Cortesía Aideal Hwa El acceso a Wifi en cualquier momento y lugar desde los teléfonos móviles, contribuyó al uso masivo de las redes sociales gratuitas, junto con la posibilidad de tener Internet, video llamadas, mensajes de texto, juegos y una gran variedad de aplicaciones diseñadas para pantallas pequeñas. Por ejemplo, una persona del común puede pasar grandes cantidades de tiempo en las redes sociales tales como Facebook, TikTok, Threads y Twitter (hoy X), verificando compulsivamente su perfil para ver el número de “me gusta” que recibió su último post; para otros con una inclinación narcisista, Instagram llega a ser el medio predilecto a la hora de mostrar a los demás sus diferentes “selfies”. La ansiedad social es el resultado del miedo a perderse de cualquier acontecimiento, noticia e información “esencial”. La tecnología es objetiva: no es buena ni mala, depende del uso que cada quien le dé, es decir, se puede emplear como una eficaz herramienta para el beneficio moderado en la consecución de metas y objetivos aterrizados en la realidad, o por el contrario actuar como una “fe digital” casi ciega, paralela al fanatismo religioso. Vivimos en la cúspide de la era digital: nuevas y mejores formas de innovar (lo cual de alguna manera es cierto); “lo viejo” se vuelve obsoleto dentro de un año o dos, y “lo nuevo” siempre es mejor, pretendiendo hacer la vida más fácil, simple y, por lo tanto, más satisfactoria; pero no siempre es la realidad, dado que empieza a permear áreas como las relaciones afectivas, el empleo, la salud y la parte económica. Aquellos buenos tiempos de mirarse a los ojos, sentir el calor de un abrazo, preguntar y responder cara a cara, saborear y guardar la experiencia de la cercanía, están desapareciendo. Sin duda alguna, las nuevas tecnologías hacen parte de la revolución industrial de este siglo, como un salto cuántico en el futuro. Disfruto de las innovaciones aplicativas para los dispositivos móviles que prometen una mejor calidad de vida, incluso yo mismo manejo algunos de estos en mi teléfono móvil. Una nueva aplicación es como una nueva relación: al principio es divertida y emocionantes, pero después, requiere cada día un poco más de tiempo, energía y compromiso para cuidarla y mantenerla. En mi ejercicio como Coach de Vida y Gestor Emocional, he podido ayudar a mis asesorados a darse cuenta de la forma en que sus obsesiones y adicciones por las nuevas tecnologías han deteriorado rápidamente la calidad de vida de las personas, afectando la intimidad sexual, el desempeño laboral y el fomento de hábitos adictivos hasta acabar con las relaciones de pareja. ¿Nuestra felicidad está en la tecnología? Cortesía Anton Maksim La felicidad del ser humano no está en la búsqueda del confort exterior, más bien podríamos plantear una nueva y mejor forma de estar en paz y ser felices. Buscar nuestra comodidad interior sin dejar que nos deslumbre los ofrecimientos de bienestar que la mayor parte de la publicidad ofrece es un camino sano, pues muchas veces creemos que la felicidad se compra o se adquiere en los supermercados y almacenes de marca. Nada más lejos de la realidad que está triste premisa. Entonces al no lograr estos exagerados objetivos, caemos en la astuta trampa de la apariencia sobre todo en nuestra querida capital bogotana, en donde los centros comerciales son visitados por personas que se endeudan por divertirse y comprar durante seis horas, y después pagar durante seis meses ese “ratico” de desahogo personal, a través de sus tarjetas de crédito. Pero resulta mucho más importante el qué dirán y la ansiosa e inoperante necesidad de aprobación y aceptación social para destacarse, brillar y ser mejor que el vecino, los familiares y amigos. En estas circunstancias, se disimula la angustia y el vacío existencial de sobrevivir, “actuando” como si todos fueran felices y estuvieran en paz. Fingir ser feliz Cortesía Drew Dizzy Fingir que se está bien, que no estoy solo, que puedo con mi carga, que las cosas se arreglan y solucionan sin mi esfuerzo, que mañana será otro día y que puedo vivir el “‘presente“ sin saber quién soy y qué es lo que en realidad necesito. Actuar como si nada hubiera sucedido, como si no tuviera miedo de mi lado oscuro, como si ya hubiese perdonado a quienes me hirieron, como si no me dejara ganar del desquite y la venganza, como si portándome bien pensara que no puedo portarme mal, como cuando digo ¡Sí! queriendo decir ¡No! Estas actitudes son inútiles y destructivas, pues más temprano que tarde, el inconsciente pasa la cuenta de cobro, representada en la vejez prematura, las crisis nerviosas y enfermedades no identificadas, crónicas o psicológicas. El verdadero “karma” humano es el de fingir, negar, manipular y soportar una realidad escrita desde un guion personal muy triste y agotador, basado en el apego, la dependencia emocional, el miedo a crecer y volverse autónomo. Aquella insoportable confusión interior, es la que hace que mi fracasó interior se siga disfrazando de éxito. La actitud “triunfadora” de superioridad está basada en la certeza de una inferioridad, que durante muchos años ha dominado mi vida impidiendo fortalecer mis recursos naturales de reflexión, transformación y sanación personal. Quítate las máscaras y deja de fingir una fortaleza interior que no existe. Observa todo el daño que te haces al reaccionar ante los deseos y las críticas de los demás. Ten consciencia de toda la energía vital que gastas por aparentar lo que no eres. Puedes empezar el cambio ahora y decidir tener dominio de ti mismo. Cuando huyes de la realidad bloqueas la acción y le das vía a la depresión. Esa es una reacción automática basada en el miedo a asumir las propias responsabilidades. El apego es el comienzo de la adicción Cortesía Ales Nesetril La necesidad de aferrarse emocionalmente a otra persona, animal o cosa, para controlarlas de forma obsesiva se llama apego. Es un impulso desbordado por actuar de un modo que no es habitual. Este dolor emocional es proporcional a la cantidad de
En busca del ser esencial
Cortesía Anne Nygard (Tomado de mi libro: Reflexiones para un nuevo camino) Algunas veces en momentos de introspección personal, mirándome al espejo escucho los ecos de una voz que proviene desde muy dentro y me inspira a preguntarme: ¿quién soy yo? Medito y dejo que la respuesta surga espontáneamente: “En primera instancia, soy niño herido escondido en varios personajes para sobrevivir. Por eso, siento tanta ansiedad, miedo, dolor, ira y resentimiento. Otras veces me gobierna el ego, la ambición, la mentira, la obsesión y la manipulación. También, me disfrazo de luz y de sombra, de poesías y de odios, de amor y de venganza, alegría, pasión, creatividad y deseo de vivir. Entonces, ¿quién soy en realidad?”. Mi maestro interior me responde: “Esencialmente eres un buscador de la verdad con el propósito excepcional de expandir tu consciencia. De ahí que cada uno de tus personajes han sido inventados por ti, pues interpretas la realidad de acuerdo a tus creencias familiares, sociales y religiosas. La vida es dinámica y cambiante, las puertas espirituales siempre están disponibles para todos, en la medida que descubras lo que viniste aprender en este plano. Sólo así podemos despertar, y cuando lo hagamos, este mundo temporal, físico y material, ya no será nuestro principal propósito de la existencia. Al final hemos logrado ser libres de las cárceles emocionales, retornando a nuestro hogar espiritual”. Nuestra vida tiene muchos caminos, pero todos ellos conducen al encuentro de sí mismo, lo cual puede ser una de las experiencias más gratificantes y liberadoras, pero también la más confusa y perturbadora. Muchas veces el Yo es esclavo de nuestros juicios, opiniones y creencias, dándole prevalencia a lo que deberías ser, en lugar de lo que verdaderamente eres. Si logras entrar en contacto con tu ser profundo podrás caminar serenamente entre las penas del mundo, aprendiendo a vivir en amor, humildad y paciencia. No se trata de sosegar la mente de vez en cuando, sino de cambiar hacia una vida donde no te hagas daño. Las cosas que hacen las personas tienen básicamente cuatro motores: el amor, el miedo, la venganza y la culpa. ¿Cuál es la tuya? Todo lo que somos, sea malo, regular o bueno, tiene el derecho de ser. Una actitud de reconocimiento puede generarte el cambio esperado. Cortesía Armando Martí Existen dos poderes mentales que debemos aprender a manejar: las palabras que afirmamos y la intención de los pensamientos que tenemos. Tu esencia está más allá de las riquezas materiales, el reconocimiento social o el poder económico. El alma no tiene límites. Dentro de ti habita una persona maravillosa que no necesita construir una identidad basada en el dolor y el sufrimiento. La verdad, por muy dura y dolorosa que sea, siempre será el puente que nos ayuda a progresar para liberarnos de los disfraces de la apariencia. Ser quien eres exige invertir parte de tu tiempo en conocerte. Aceptarte como eres es un trabajo de toda la vida. Pregúntate a ti mismo: ¿Quién soy yo? ¿Qué quiero? ¿Dónde estoy? ¿De dónde vengo? ¿Qué me falta ser? ¿Hacia dónde voy? Y la más importante de todas: ¿Quién es el que responde? Por eso, debemos conectarnos con nuestra intuición y seguir haciendo nuestra arqueología interior basada en preguntas más profundas como: ¿cuál es el sentido de tu vida?¿Qué valor tienes como persona? ¿Qué has hecho con tu vida? Los proyectos y las metas más importantes florecen desde “el silencio interior”. Esta práctica te vitaliza y reconecta con tu ser esencial. Equilibrio: no dejarte afectar por una limitante visión científica de las cosas, por una restringida moral religiosa y muchos menos, por la exageración de ls expectativas y las “fábulas espirituales. Nunca renuncies a tu capacidad de escepticismo y crítica, pues la lucidez, sobriedad y claridad son las bases de la inteligencia para mantener una mente sana. Encontrar el auténtico ser que habita en ti, permite que puedas vivir sin la necesidad de usar máscaras, descubriendo de qué huyes, para construir un proyecto de vida estable y duradero.
El arte del dominio de sí mismo
Cortesía Vishal Mehta Vivir plenamente es aprender a hacer el bien. De esa intención depende dar el paso de perdonarnos y perdonar a los demás; un elemento clave del amor que es concedido como un regalo del cielo. El sanador está en ti. Actívalo protegiendo tu sobriedad y sosiego, tomando distancia de todo aquello que te haga perder la paz personal. Cada persona tiene a Dios en su vida. Los ancestros indígenas dentro de su sabiduría natural afirmaban: “Comemos hoy lo que cocinamos ayer”. Es decir, si pensaste o actuaste de forma adversa contra otras personas con críticas destructivas, ironía y rabia, no esperes en el presente sentirte bien. El futuro se puede transformar en la medida que exista un compromiso para construir una arquitectura interior con un programa ego-reductor, logrando, desde la confrontación responsable, recuperar el vínculo sagrado con el Creador. Además, es importante recordar que la mentira habita en la Tierra mucho antes que las palabras. Las especies se camuflaban para sobrevivir en lugares salvajes y agrestes. Hay realidades ocultas en las profundidades del inconsciente, en esa caja de Pandora llamada mente, tales como heridas de infancia, traumas, abusos emocionales y sexuales, ira, resentimiento, rechazo y muchas emociones encubiertas. El camino hacia nuestro interior, es una de las herramientas más eficientes hacia el encuentro con el verdadero Yo. Sin prisa, pero con la firme y humilde convicción de seguir la guía de un Poder Superior y desde el lenguaje del corazón, podemos tener la oportunidad de sanar, perdonar, aceptar y liberar todo este peso existencial, reconociéndonos como seres vulnerables unidos al amor incondicional del Creador. El arte de vivir en paz es el resultado de haber atravesado diferentes pruebas adversas, dolorosas, desafiantes y reveladoras a lo largo de la vida, que impulsan al encuentro de la auténtica esencia. Conocerse a uno mismo es un proceso largo y de transformación constante, pues hemos aprendido a utilizar varios disfraces sociales, que nos separan del carácter humano y trascendido con el que fuimos creados. El sustento de la estabilidad emocional es el encuentro de nuestra propia autenticidad al aceptarnos a nosotros mismos, sin buscar la aprobación de los demás. Cuando le dices a alguien “¿no sé qué hacer?” pones en sus manos el poder de decidir por ti y controlar tu vida. Cada decepción te da más experiencia, cada traición despierta más tu inteligencia y cada dolor te vuelve más fuerte. ¡La vida es sabia! La gerencia de nuestras emociones Cortesía Simon Wilkes El dolor emocional no está en la rendición o en la aceptación. Está en la resistencia que haces por imponer tu voluntad. Considera, que aquellos que viven dominados por los impulsos, cometen errores frecuentemente, pidiendo ser castigados para liberarse de su culpa. Cuando aprendes a cuidar de ti mismo, puedes abrazar amorosamente al niño herido y al adulto inestable, y así dejar de culpar a los demás de tus problemas; eso se llama crecer integralmente. Un ser agresivo y mal intencionado sólo puede reflejar la caricatura de sí mismo, causada por una infancia represiva, dolorosa, asfixiante y carente de afecto, pues cuando se ocultan las heridas esenciales, el adulto crece temeroso de ser feliz. De ahí su resentimiento con el mundo. La ansiedad y la angustia no se producen por pensar en el futuro, sino por tratar de controlar lo que puede llegar a suceder. La mayoría de reproches y críticas hacia los demás son un intento subconsciente de ocultar tus emociones tóxicas, junto con tu inestable y conflictivo carácter. Para sanar las emociones necesitas: introspección para reconocer los defectos de carácter, meditación para hallar una salida y oración para esperar guía y respuesta. Sólo yo sé lo que oprime mi mente y corazón. Reflexiona en lo siguiente: Si quiero sanarme debo expresar lo que oculto y pedir ayuda con humildad. La consecuencia de cada decisión y acto realizado en la vida deberían ser asumidos enteramente por mí, pues esta acción de reconocimiento me libera de seguir usando los disfraces, roles y juegos mentales manipuladores, que impiden ser sincero conmigo mismo. Para aliviarte de la toxicidad mental necesitas expresar tus sentimientos y que otra persona los escuche. Luego dejas entrar a Dios en tu corazón. Sólo así puedes liberar las más oscuras y dolorosas cargas emocionales. Él es y será el mejor terapeuta de todos los tiempos. Indudablemente, te ayudará a sanar y a calmar tu alma. Las palabras de un maestro Cortesía Dawid Zawila “Todos los Maestros dicen que sin la meditación no se logra el éxito. Para lograr el control sobre el propio ser (autocontrol), para someter nuestra vida entera a ese control perfecto, para ayudarse a uno mismo a desligarse de las atracciones externas, se necesita hacer autointrospección. Pueden eliminar compromisos innecesarios y actividades bulliciosas, anteponiendo la meta espiritual a todo lo demás. Una vida bien regulada produce ricas ganancias. La “formación del ser humano” precede a la espiritualidad. Hasta que no hayan llegado a ser los dueños de sus cinco sentidos, no podrán tener un progreso interno apreciable. Controlen todo deseo (Karma), ira, codicia, y apego; esto es lo que le agrada al Señor. El deseo ataca por los ojos, la ira por los oídos. Los apegos vienen por los abrazos. Elévense por encima de todo esto y obtendrán la conexión con la Verdad.” Sant Kirpal Singh Ji Maharaj, maestro del Sendero Ruhani Satsang de la India. (1894 – 1974). Por: Armando Martí